El pasado jueves Teófila Martínez sorprendió a propios y extraños con su propuesta de tranvía urbano para el casco antiguo. Es de agradecer que aunque sea a última hora el equipo de gobierna municipal se haya subido al tren (o al tranvía nunca mejor dicho). Sin embargo esta nueva propuesta que viene a sumarse a las del gobierno autonómico y a las reivindicaciones de diversos colectivos de la ciudad ofrece más sombras que luces y huele demasiado a promesa electoral de las que se dejan caer y luego ya veremos. Ya veremos si se hace, ya veremos cómo se hace y no menos importante, ya veremos quién lo paga (en la propia presentación ya se requirió el apoyo de la Junta de Andalucía).
Que el transporte público en Cádiz necesita un impulso es de sobra conocido por todos pero eso no justifica que se improvise de esta manera una propuesta que podría haber sido mucho más potente.
A simple vista, y a falta de un análisis más minucioso, quisiera destacar tres aspectos en los que se aprecia la falta de previsión, la falta de ambición y como no, la improvisación.
El primero asunto que llama la atención es que la implantación del tranvía va a suponer la mayor inversión que se va a ejecutar en el casco antiguo de las últimas décadas porque de paso se podrá remodelar todo el ancho de vía de la circunvalación. Una remodelación que, dicho sea de paso, los propios vecinos venimos reivindicando desde hace muchos años. No hace falta ser muy hábil para darse cuenta que esta obra va a causar importantes molestias tanto a los vecinos como a los visitantes durante al menos un par de años. Por tanto, sería deseable que se tomaran medidas drásticas en materia de movilidad durante el tiempo que duren las obras. Medidas como restricción de accesos, aparcamientos disuasorios, etc…
Por tanto, si nos tenemos que ir haciendo a la idea de soportar estos inconvenientes durante un par de años, a qué viene el arreglo de 150 metros de la Alameda que está suponiendo que de facto la circunvalación del casco antiguo se haya convertido para muchos usuarios como una vía de sentido único y que habrá que volver a levantar. ¿Es para que nos vayamos preparando para lo que viene? ¿Es que los planes del Estado y de la Junta (véase Plan E y Plan Proteja) han tenido tanto éxito que ha habido que incluir obras innecesarias porque se ha destinado más dinero que el que la ciudad necesita? A mi solo se ocurren dos motivos para este solapamiento de obras, o bien esto del tranvía es una propuesta improvisada de un día para otro, o bien no se tiene ninguna intención de que se ejecute y solo va a servir como arma arrojadiza contra la Junta de Andalucía, algo a lo que ya estamos acostumbrados.
El segundo aspecto a destacar es el del diseño de la propuesta propiamente dicha. Y es que no me entra en la cabeza que si el material rodante que se va a adquirir es de un ancho aproximado al de un turismo, ¿por qué no se ha diseñado un tranvía de doble sentido que comparta el mismo trazado que los autobuses y el transporte privado? ¿Por qué de una vez por todas no se apuesta por el transporte público y se dedica un trazado exclusivo para el tranvía y el autobús y un carril de sentido único para el transporte privado? ¿No tendrá algo que ver que el Ayuntamiento de Cádiz va a duplicar en ocho años las plazas de aparcamiento subterráneo en la ciudad según información aparecida en los medios de comunicación locales el pasado 18 de enero? Está claro que el equipo de gobierno apuesta por el transporte público siempre que no estorbe al vehículo privado ni a su política de aparcamientos. En épocas pasadas los que no tenían acceso a la Seguridad Social tenían que conformarse con una asistencia médica de caridad o beneficencia. Esto es lo mismo trasladado a la movilidad. Se trata de que el transporte público lo utilicen las personas que no tienen acceso a transporte privado y no como una opción más que compita en condiciones de igualdad.
Además utiliza de parapeto a los propios vecinos justificando la necesidad de no limitar el transporte privado en la circunvalación abanderando el derecho a tener vehículo propio por parte de dichos residentes. Según datos facilitados por el propio Ayuntamiento en el casco antiguo habitan 50.000 personas y diariamente acceden a él unos 34.000 vehículos. Evidentemente no hay 34.000 vehículos censados. Por tanto, si de verdad le preocupan los derechos de los habitantes de intramuros limite el acceso al mismo en vehículo privado por parte de visitantes y facilite el aparcamiento de los residentes con medidas efectivas, como pudiera la que el Ayuntamiento de Madrid implantó hace unos años con la famosa zona verde, de uso gratuito para residentes y de pago para visitantes con la limitación además de tener que renovar el ticket cada hora.
Pero ahondemos un poco más en el aspecto del diseño. Por definición, una inversión es un gasto que se realiza en espera de que inmediatamente o en un futuro genera rentas, ya sean tangibles (monetarias o en especie) o intangibles (mejora de condiciones, calidad de vida, etc). Este tipo de actuaciones tienen tres tipos de costes, de implantación, de servicio y de mantenimiento y genera unos beneficios monetarios (dejemos a un lado los intangibles) que se derivan de la explotación del servicio.
Desde un punto de vista teórico un tranvía de doble sentido tendrá el doble de ingresos que uno de sentido único. Por contra, los costes de servicio y mantenimiento también serán el doble pero sin embargo los costes de implantación no son la mitad en un tranvía de sentido único que en uno de doble sentido y paso a explicar por qué.
En una obra de este tipo el 80% del gasto se dedica a partidas de movimiento de tierras, pavimentación, vía férrea y catenaria y otros elementos auxiliares. De todos estos, únicamente los costes de implantación de vía férrea se duplicarían, los costes de pavimentación y movimiento de tierras son exactamente los mismos para un sentido que para dos y los costes de catenaria y otros elementos dependerían del sistema que se emplease. Por tanto, el peso que suponen los costes de implantación son mucho mayores si se construye un tranvía de sentido único que uno de doble sentido, por lo que se usarían los recursos públicos de una manera más eficiente con un tranvía de doble sentido.
Para acabar el tercer aspecto a destacar es que con un tranvía que circunvale el casco antiguo deja de tener sentido la negativa del Ayuntamiento a que el tren-tranvía de la Junta de Andalucía llegue a la plaza de España, si es que en algún momento ha tenido sentido. En primer lugar porque es indudable que la plaza de España es uno de los centros de atracción del casco antiguo (no hay que olvidar que es la estación término de casi todas las líneas de autobús urbano) por lo que se descongestionaría en parte el nuevo tranvía urbano si los viajeros provenientes del tren-tranvía interurbano no tuviesen la necesidad de transbordar en otro medio de transporte y en segundo lugar porque teniendo la posibilidad de utilizar el ramal ferroportuario el coste de implantación de este tramo es nulo.
Además, hay que recordar, que el hecho de que la plaza de Sevilla se convierta en un centro intermodal de transportes no implica que todos los modos tengan que tener allí su estación término. Es perfectamente viable que el tren-tranvía cuente con una parada en la plaza de Sevilla y continúe hasta la plaza de España sin que el centro intermodal pierda un ápice de eficacia. ¿O es que tiene pensado trasladar también a la plaza de Sevilla la estación término de autobuses urbanos?
Por todo lo expuesto anteriormente habría que preguntarle a la Sra. Martínez si para esto es todo lo que ha dado el estudio que ella misma aseguró haber encargado en abril de 2.010. ¿Diez meses estudiándolo y esto es lo que ofrece? Por último, ¿cuánto ha costado el estudio?